Búfalos argentinos: producción que crece en silencio
En el país hay más de cien mil cabezas de ganado bubalino concentradas en la región del Noreste. Mientras los productores locales aprovechan la riqueza de su carne y leche, los científicos estudian sus propiedades: menos colesterol y calorías que la carne vacuna y mayor cantidad de proteínas y minerales.
Gaspar Grieco (Agencia CTyS) - Pocos conocen las propiedades presentes en la carne de búfalo y las vitaminas concentradas en su leche. Menos aún se sabe que las provincias de Formosa y Corrientes albergan al 90 por ciento de la población bubalina.
Argentina está entre los cuatro países con mayor cantidad de cabezas de ganado de esta especie, lo que la convierte en uno de los principales exportadores a nivel mundial, siendo Holanda y Alemania los dos principales compradores. Según datos suministrados por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, en 2011 el país envió al exterior una faena de 38 toneladas, permitiendo una inversión de casi 434 mil dólares.
Mientras que en el país el consumo de carne vacuna supera los 57 kilos por año per cápita, el de carne bubalina sólo alcanza los 120 gramos. Según la Asosiación Argentina de Criadores de Búfalos, el abastecimiento de la demanda doméstica, en carnicerías y restoranes, requiere la faena de aproximadamente 15 mil bubillos anuales
Los investigadores de la Universidad Nacional de Formosa (UNaF) comenzaron, recientemente, a estudiar la población de estos animales en esa provincia que hoy posee más de 42 mil ejemplares, debido a las condiciones ambientales adecuadas para su desarrollo.
“La zona de los esteros del noreste argentino, en donde los búfalos se alimentan de la hierba que prospera en los cauces de agua, presenta condiciones agroecológicas que hacen que el ganado bovino no pueda ingresar, entonces, el bubalino puede desarrollarse”, explica el Ingeniero Zootecnista Juan Marcelo Domínguez, vicedecano de la Facultad de Recursos Naturales de la UNaF.
Una especie muy noble
Lejos de quitar crédito a las humildes vacas, que proporcionan la materia prima de exquisitos manjares argentinos, la carne de búfalo posee un 30 por ciento menos de colesterol, un 55 por ciento menos de calorías, casi un 100 por ciento menos de grasa intramuscular y un número mayor de proteínas y minerales.
A su vez, la leche de búfala, con la que se fabrica la mejor muzzarella del mundo, junto con una gran variedades de quesos, yogurt y dulce de leche; presenta un gran número de nutrientes. Las búfalas de los tambos producen de 6 a 8 litros de leche por día rica en vitaminas A, B y D, y con un mayor proporción de calcio.
“Esta leche tiene un alto porcentaje de grasa butirosa, de proteínas y minerales. Es mucho más digerible que la del ganado bovino y, además, es antialergénica. Hay estudios que demuestran que puede servir para tratar enfermedades terminales como el cáncer”, cuenta Dominguez.
En el VI Simposio de Búfalos de las América y Europa, realizado en Cuba el año pasado, los investigadores informaron que la leche de búfala fue utilizada en el tratamiento de los niños expuesto a la radiación luego de la explosión nuclear en Chernobyle.
Para aprovechar al máximo esta especie, los productores comenzaron a fabricar diversos productos con su cuero. Se manufacturan agendas, aperos, portafolios, botas y cinturones que tienen gran aceptación en la sociedad. “El cuero del ganado bubalino es más resistente y de mayor diámetro que el de vaca”, aclara el vicedecano de la UNaF.
La primera camada de búfalos fue introducida en Formosa en la década del ´70 por una donación que recibió el Gobierno provincial. Estos primeros animales fueron cedidos a productores locales para que se iniciaran en la cría de esta especie. Hoy, unas 42 mil cabezas habitan el suelo de la provincia y más de 100 mil están distribuidas por todo el territorio nacional.
El ingeniero Domínguez se muestra optimista sobre el futuro aprovechamiento de esta especie. “La producción bubalina está creciendo y es una alternativa para incorporar proteínas de origen animal a la dieta de las personas”, concluye.