Pequeños enemigos en el aire
Investigadores de la Universidad Nacional de Nordeste estudian la cantidad y tipología de hongos en el aire de ambientes cerrados, como las salas de internación y cirugía de algunos hospitales públicos de las provincias de Chaco y Corrientes, para establecer métodos de control.
Leandro Lacoa (Agencia CTyS) - Los hongos conforman un reino de organismos de diferentes tamaños, colores y formas que permiten la realización de procesos biológicos, pero que también pueden provocar enfermedades tan graves como las que ocasionan los virus y las bacterias.
Especialistas del Instituto de Medicina Regional de la UNNE estudian la denominada aeromicología en determinados ambientes, al medir la presencia de hongos en el aire en lugares cerrados, con el fin de contar con protocolos para el control de estos agentes.
”Hay algunos ambientes considerados críticos, por ejemplo una sala de terapia intensiva, un área de cirugía de un hospital o lugares destinados a pacientes oncológicos o con inmunosupresión”, puntualizó el doctor Gustavo Giusiano, integrante de la investigación.
En todo lugar hay en forma permanente hongos aéreos que, en general, no afectan a las personas, pero en determinadas áreas existen especies que pueden generar afecciones. Por este motivo, es necesario hacer controles periódicos que permitan monitorear la biota fúngica y generar posibles acciones o cambios para reducir el riesgo sanitario.
A la caza de los hongos
Para llevar a cabo la tarea de investigación de la “biota fúngica ambiental”, es decir, la cantidad y tipología de hongos que aparecen en el aire, se recurre a diferentes técnicas.
La más moderna es la denominada volumétrica, en la que se usa un aparato que absorbe una determinada cantidad de aire que impacta en placas de cultivo, que luego se extraen para realizar el conteo y analizar las especies presenten en el microscopio. También, existe una metodología antigua y complementaria a la anterior, que consiste en dejar las placas de cultivo abiertas en un ambiente tranquilo y sin tránsito de personas durante cinco minutos, lo que se denomina “deposición gravitacional”.
”Hay que pensar que inhalamos más de diez millones de esporas de hongos por día. En todos los ambientes hay hongos y a través de esta metodología los capturamos para estudiarlos y categorizarlos”, explicó el doctor de la UNNE.
Aunque el proceso de recolección parece sencillo, los científicos deben tomar ciertos recaudos, porque la presencia de especies fúngicas varía según la altura a la que se coloca el artefacto de recolección y el horario en el que se toma la muestra.
Para tener resultados más precisos, los investigadores recolectan el aire en distintos horarios, alturas y periodicidad del día y así precisan el momento más adecuado para la toma de muestras en una determinada sala o ambiente.
En este caso, el mediodía fue el mejor horario y el otoño la estación elegida por los hongos para aumentar su concentración en el aire, mientras que la altura más conveniente para el muestreo fue la de 1,50 metros del suelo.
Contra las enfermedades intrahospitalarias
El grupo de investigadores llevó a cabo el estudio en lugares diversos, desde oficinas hasta aserraderos, pero la atención se centró en espacios de riesgo sanitario, como salas de hospitales y laboratorios de producción de medicamentos.
Uno de los sitios analizados fue el Hospital Pediátrico “Juan Pablo II” de Corrientes, donde se obtuvo un muestreo mediante la aspiración y el flujo de más de 100 litros de aire por las placas de cultivo.
Para sorpresa de los investigadores las unidades de terapia intensiva y de cirugía presentaban un alto nivel y diversidad de hongos para los protocolos internacionales de salubridad.
Algunas de las especies halladas son consideradas inaceptables en ambientes internos como Aspergillus fumigatus y Aspergillus terreus, que afectan a los pacientes inmunodeprimidos y, especialmente, el tipo terreus es resistente a los pocos antifúngicos clínicos que lo combaten.
Asimismo, en las muestras se encontraron hongos toxicogénicos como los Stachybotrys, peligrosos por ocasionar infecciones en enfermos con quemaduras o lastimaduras profundas. ”Si hay una cirugía o existe una herida abierta, puede ingresar un hongo al organismo, que coloniza y se multiplica con celeridad, generando infecciones que son muy peligrosas y, a veces, mortales”, enfatizó el investigador.
Con los resultados en la mano, los especialistas del Instituto de Medicina Regional intentan establecer un protocolo a nivel nacional, para que en todos los ambientes cerrados se realicen los análisis aeromicológicos.