Científicas argentinas batallan contra una “súper” bacteria
Luego de varios análisis en dos hospitales de Santa Fe, las investigadoras confirmaron que la bacteria Staphylococcus aureus meticilino-resistente (SAMR), un patógeno que circulaba en el ámbito hospitalario, ahora llegó a la comunidad desarrollando mecanismos de resistencia frente a los antibióticos.
De un lado las bacterias, del otro los médicos de hospitales y sanatorios, de los ámbitos públicos y privados. Las armas que hasta hace un tiempo empuñaban los especialistas para detener las infecciones provocadas por los microorganismos patógenos eran los antibióticos. Pero la batalla se torna desigual cuando las bacterias desarrollan mecanismos de adaptación que las vuelven resistentes al tratamiento. Ahí es cuando los científicos tienen que buscar nuevas armas para el combate porque, sin ellas, infecciones, que a simple vista parecen menores, pueden transformarse en un problema si la bacteria no responde al antibiótico.
Para ello, en el ámbito de la salud pública se desarrolla la vigilancia epidemiológica. Se trata de la recolección sistemática de información sobre problemas específicos de salud en poblaciones, su procesamiento y análisis, y su utilización por quienes deben tomar decisiones de intervención para la prevención y control de los riesgos o daños correspondientes.
En el marco de esta disciplina, en Santa Fe, un equipo de microbiólogas de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) analizó 141 muestras de pacientes con Staphylococcus aureus meticilino-resistente (SAMR), tomadas del Hospital de niños “Orlando Alassia” y Hospital Cullen de pacientes adultos.
“La SAMR es un patógeno histórico que se conoce desde el año 1880 y ha ido cambiando su agresividad y resistencia. Y eso es lo que nos interesa a nosotros, la vigilancia epidemiológica de la resistencia. Más aún este año, en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró de interés internacional la resistencia a antibióticos por el grave problema por el que estamos atravesando”, explicó a Agencia CTyS la investigadora de la UNL, Emilce Méndez.
En primer lugar, a partir de la pesquisa las investigadoras descubrieron que la bacteria SAMR, que antes circulaba en el medio hospitalario, ha trascendido las barreras del nosocomio y ahora se encuentra en la comunidad. Además, pudieron observar que esta bacteria no sólo se había vuelto más resistente sino que también demostraba un alto grado de virulencia.
En todas las muestras, las investigadoras hallaron el denominado gen mec, que se encuentra vinculado con la meticilino resistencia. Por otra parte, la presencia del gen pvl que se dio en un 65% de las bacterias, da cuenta del alto grado de virulencia.
En tono pedagógico, la microbióloga expuso: “la la presencia del gen pvl en Staphylococcus aureus meticilino-resistente destruye a los leucocitos, que son los primeros soldaditos que salen a defendernos frente a cualquier infección”.
En tanto, el mecanismo de resistencia desarrollado por este microorganismo patógeno hace que los médicos, ante su presencia, no puedan utilizar ningún antibiótico de la familia de los betalactámicos, tales como la penicilina o la cefalosporina. “Entonces, hay que recurrir a otras opciones que son más invasivas y a veces a terapias endovenosas frente a una infección ambulatoria que, antes, se trataba con cefalexina, ahora, hay que recurrir a otras opciones o antibióticos que se usan en el medio hospitalario”, añade Méndez.
La resistencia
Si bien las bacterias desarrollan mecanismos de supervivencia que las vuelven resistentes a los antibióticos de manera natural, existen prácticas y costumbres culturales que colaboran a fortalecerlas.
“La resistencia se da por la presión selectiva que algunos antibióticos ejercen sobre las bacterias. Se ha visto que bacterias, antes de la era antibiótica, ya tenían algunos mecanismos de resistencia pero no los expresaban”, explica Méndez.
Pero además, es fundamental el uso y abuso que la comunidad en general hace de los antibióticos. “Se toman tantos antibióticos que las bacterias empiezan a hacerse cada vez más resistentes y, a veces, hasta se mal usan porque las personas lo utilizan desconociendo si el proceso es causado por una bacteria o por un virus y éste último no se trata con antibióticos”, cierra la investigadora.
En ese sentido, la microbióloga aconseja: “Frente a casos de infecciones que parecen banales, como granitos o forúnculos, y siempre que se trate de un paciente sano, la persona no tiene que automedicarse, tiene que recurrir a un centro de salud y a un especialista que va determinar de qué bacteria se trata”.