Estudian la situación de los hielos polares
El terremoto del pasado 11 de marzo en Japón provocó que un bloque de hielo del tamaño de la isla de Manhattan se desprendiera de la Antártida. Además, según un reciente estudio de la NASA, las capas antárticas pierden 3,6 gigantoneladas por año, hecho que podría ocasionar un aumento del nivel del mar.
En las últimas horas, la NASA publicó imágenes satelitales que muestran el desprendimiento de nuevos icebergs de la Antártida, horas después del sismo que afectó al país oriental, algo que no había ocurrido en 46 años.
Las olas generadas por el terremoto de magnitud 9.0 viajaron cerca de 13.000 kilómetros a través del Océano Pacífico antes de llegar al polo sur, donde ocasionaron el rompimiento y desprendimiento de 125 kilómetros cuadrados de hielo de la plataforma antártica.
Asimismo, informaron que esto se suma al hecho de que Groenlandia y la Antártida están perdiendo su masa a una velocidad más alta de la que se estimaba, lo que podría repercutir en los niveles oceanográficos. Este dato también había sido publicado por el organismo norteamericano en el mes de marzo, cuando los investigadores advirtieron que, cada año, desde 1992, los casquetes polares pierden 3,6 gigantoneladas más con respecto al año anterior.
Impactos del cambio climático
El derretimiento de los hielos de los polos es causado por el efecto invernadero, un fenómeno que se produce por el incremento del calentamiento global, debido a la presencia de gases, como el dióxido de carbono (CO2) y el metano, en la atmósfera terrestre.
“Si se derritiera toda la Antártida podría llegar a subir hasta 74 metros de altura el nivel del mar. Si esto sucediera, las ciudades costeras se van a ver muy afectadas”, advierte el Doctor en Geología Rodolfo Del Valle, coordinador del área Ciencias de la Tierra del Instituto Antártico Argentino.
El experto explicó a la Agencia CTyS el proceso de derretimiento de las capas de hielo y el aumento del nivel del mar: “En un primer momento, el impacto no es tan grande porque hay una intensa evaporación que consume una gran parte del agua dulce que va a parar al mar y esa agua dulce evaporada, que estaba contenida en el hielo, se convierte en el elemento químico más importante para el efecto invernadero”.
De este modo, se crea un círculo en el que el derretimiento de los hielos termina por afectar aun más la temperatura antártica, incrementando la posibilidad de un nuevo desprendimiento.
En este sentido, según un estudio presentado por el Instituto Antártico Argentino, “el rápido incremento en la temperatura atmosférica de 2,5°C, observado en la Península Antártica durante los últimos 50 años, es tan alto que supera ampliamente la tasa global del calentamiento que fue de 0,6 ± 0,2°C, en el último siglo”.