Estudian el origen y la evolución de la fauna cadavérica
Es un misterio lo que sucede con el alma, en caso de existir, después de la muerte. Sin embargo, la descomposición del cuerpo y los insectos que lo habitan y devoran son el objeto de estudio de la entomología forense.
Agencia CTyS (Gaspar Grieco) - Entomólogos de la Universidad Nacional de Quilmes están llevando adelante una investigación titulada “Aspectos biológicos de la fauna cadavérica argentina aplicadas a la investigación forense”, con la que se proponen descubrir cómo se produce la descomposición física usando agentes porcinos y qué fauna cadavérica está asociada a los cuerpos en las regiones de Cuyo, Salta y Puerto Madryn.
En una entrevista con la Agencia CTyS, el director de la investigación y Doctor en Ciencias Biológicas y profesor de la UNQUI, Dr. Néstor Centeno, cuenta las diferencias encontradas en la fauna cadavérica de las tres regiones en experimentación con respecto a los insectos que colonizan los cuerpos en Buenos Aires.
“En Mendoza, aparentemente, no habría grandes diferencias en las zonas bajas pero sí en la altura. En la zona de Catamarca, en tanto, se han encontrado varias especies en la altura que no están presentes en las zonas más bajas”, explica el especialista.
Para el Dr. Centeno el caso más característico sucede en la zona de Salta, donde se encontraron “diferencias estacionales con Buenos Aires". Las moscas no hacen una diferenciación durante las diferentes estaciones del año. Más o menos están las mismas todo el año. Algunas son más abundantes en el verano y otras, en el invierno. En cambio, en Buenos Aires, que es más frío, hay muchas especies que en invierno desaparecen completamente”, aclara el investigador.
Peritos que se arrastran
Los insectos cadavéricos pueden aportar información muy importante en el caso de la averiguación de la causa de muerte de una persona o del lugar donde ocurrió su deceso. Por eso, es necesario aclarar que existe una clasificación específica según su manera de actuar en un cuerpo.
Según el Paper publicado por el grupo investigador, la fauna cadavérica puede agruparse en cuatro categorías: los Necrófagos son los insectos que se alimentan de los tejidos descompuestos del cuerpo como las familias de moscas calliphoridae y sarcophagidae con sus respectivas larvas. También están los Necrófilos, escarabajos cleridae, staphylinidae e histeridae que se alimentan de las larvas y los huevos de las moscas. Distinto es el caso de los Omnívoros, que están integrados por ciertas avispas, las hormigas y algunos escarabajos que se alimentan tanto del tejido muerto como de los insectos que lo habitan. Finalmente se encuentran los llamados Oportunistas, entre ellos pequeños antrópodos como los colémbolos, las arañas y los ciempiés que utilizan el cadáver como extensión de su hábitat natural.
Según el grupo de investigación, en los diferentes estadios que sufre un cuerpo post-mortem, desde fresco hasta momificación, la fauna cadavérica varía, pero sólo se mantienen durante todo el proceso de descomposición algunas familias de escarabajos necrófilos.
“Si logra encontrarse el insecto más antiguo que se desarrolló en el cadáver y si se establece su edad en horas o días, es posible entonces saber desde cuándo la persona se encontraba muerta, lo que puede asimilarse al intervalo post-mortem dado que las moscas detectan al cuerpo casi inmediatamente al ser este expuesto”, detallan los científicos.
El Doctor Centeno destaca la importancia de los insectos para dar indicios sobre el lugar en donde se produjo una muerte: “Hay moscas que son propiamente de centros urbanos, que están asociadas al hombre. En cambio, otras son más asociadas a ambientes naturales, eso varía en cada región. Entonces, si se encuentra un cuerpo en el campo con una fauna muy abundante asociada a los centros urbanos, se puede pensar que por lo menos una parte del estadio de descomposición de ese cuerpo comenzó en otro lado. En este caso en un área urbana”, aclara el especialista.
El investigador explica que en ocasiones la pericia entomológica puede brindar información sobre la causa de muerte, ya que la presencia de algún tipo de veneno en los tejidos puede influir en los insectos. “Se han reportado casos donde la presencia de heroína ha acelerado el desarrollo de los estadios larvales”, advierte.
Centeno también se refirió a la arqueofauna cadavérica, una interdisciplina que agrupa a mastozoólogos, entomólogos, acarólogos, parasitólogos, palinólogos y botánicos que realizan estudios biológicos sobre restos arqueológicos y pueden ayudar a datar la muerte de sujetos momificados hace cientos de años en comunidades antiguas.
“Yo he trabajado con restos de enterramientos Tehuelches, de Pampas y también de una cultura antigua que habitaba en Catamarca, en restos hallados en momias. En estos casos se contextualizan los procesos de descomposición que atrajeron a esos insectos, si ocurrió ahí y cuánto tiempo puede haber durado”, narra el investigador.
Experimentos en porcinos
Siempre que en Argentina se realiza un experimento entomológico, se utilizan cadáveres de porcinos de quince a veinte kilos como agente de descomposición, porque el tamaño de los órganos de los cerdos es similar al de los humanos y puede aportar mejores resultados al peritaje forense realizado por expertos en criminalística.
“Lo ideal sería trabajar con cadáveres humanos. Lo que pasa es que es complicado desde el punto de vista ético y legal. Lo que tiene el cerdo de ventaja sobre otro vertebrado, que podría ser una oveja, una vaca o un burro, es que la distribución del pelaje no es tan denso, que es lo que dificulta tanto el trabajo del entomólogo como el proceso de colonización de las moscas”, concluye el doctor Centeno.