Calefones solares para quienes más lo necesitan
Investigadores del INENCO idearon un dispositivo que permite calentar agua mediante la radiación del sol. A diferencia de los equipos comerciales, son de bajo costo y fáciles de mantener y reparar. Una prueba de que el planeta no es el único que se beneficia con las energías renovables.
Agencia CTyS (Nadia Luna) - El sol resplandece sobre Iruya. Pero el agua sigue fría. La aridez del paisaje no ayuda a encontrar leña fácilmente y el tendido eléctrico no llega a esas alturas. El gas es inaccesible para el bolsillo de los campesinos, al igual que los calefones solares tradicionales, cuya tecnología, además, es difícil de reparar. El sol resplandece sobre Iruya. ¿Por qué el pueblo no puede aprovechar su energía gratuita y abundante?
Este fue el panorama que, hace algunos años atrás, se planteó un grupo de investigadores del Instituto de Investigación en Energías No Convencionales (INENCO), perteneciente a la Universidad Nacional de Salta (UNSa) y al CONICET, y los llevó a fabricar el “Calefón solar de interés social”.
“Los calefones solares comerciales tienen un precio inaccesible y la gente que más los necesita, que vive en regiones con alta radiación solar, no puede adquirirlos”, cuenta a Agencia CTyS el ingeniero Marcelo Gea, uno de los miembros del grupo, que al día de hoy lleva instalados alrededor de 70 equipos.
El concepto innovador de esta tecnología se centra en el bajo costo, la durabilidad y la facilidad para transportar y manejar el equipo. El principal beneficio radica en que poblaciones rurales con un elevado índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI), como las que habitan en el Departamento de Iruya, Salta, pueden disponer así de agua caliente para uso doméstico y sanitario.
También existe un beneficio ambiental. Debido al aislamiento geográfico de las redes de energía eléctrica, el combustible que utilizan los campesinos es la leña, de muy difícil recolección por la aridez del lugar y cuyo uso deriva en una progresiva degradación del suelo.
Es así que la energía solar, además de no contaminar, de ser accesible y gratuita, termina siendo la única solución.
Historias de pago chico
“Fuimos probando distintos tipos de metodologías y materiales. Nos llevó entre ocho y nueve años llegar a este producto”, explica el ingeniero. Pero no trabajaron solos. El diseño definitivo del calefón fue el resultado de la interacción con la gente del lugar, junto a quienes realizaron diagnósticos y evaluaciones de los equipos instalados.
El Noroeste Argentino, sobre todo la zona andina, es una región que cuenta con una importante radiación solar. Las comunidades destinatarias se encuentran a una altura de entre 3 mil y 4 mil metros sobre el nivel del mar, por lo que llegar al lugar exige varias horas de caminata o a lomo de mula, a través de senderos montañosos y superficies inhóspitas.
“Nosotros llevamos los equipos. A veces con bastante esfuerzo”, reconoce Gea. “Pero es gratificante porque uno es bien recibido y está colaborando para resolver un problema de infraestructura básica”.
En una zona donde la temperatura del agua corriente es cercana a la del congelamiento, las más beneficiadas resultan ser las mujeres, debido a su rol culturalmente asignado de recolección de leña y limpieza de ropa y utensilios.
Esa cálida sensación
En días soleados, el equipo permite calentar hasta cien litros de agua. Incluso puede ser utilizado durante los días parcialmente nublados, aunque con menos agua, ya que aprovecha la radiación difusa. Por la noche, en tanto, no conserva el calor.
Los materiales que componen el calefón son resistentes al viento y a la radiación solar. El componente principal es una bolsa plástica negra (de PVC) que actúa como superficie absorbedora y como acumulador de calor en el agua contenida.
Los aislantes térmicos que utiliza, en tanto, son policarbonato alveolar para la cubierta transparente de la parte superior, y poliestireno expandido en la parte inferior. Se trata de materiales livianos, que hacen al equipo transportable ya que se empacan en paquetes de pocos centímetros de espesor.
Para su correcto uso, el calefón solar debe ser colocado sobre una superficie horizontal, expuesto a la radiación solar y evitando sombras. Puede instalarse fácilmente sobre el techo de la vivienda o sobre una base construida en las inmediaciones de la casa.
Para las otras “Iruya”
“Hasta ahora hemos transferido alrededor de 70 equipos para tres parajes (San Juan y Chiyayoc en Iruya, y Tolar Grande en la Puna)” informa el ingeniero Gea, los cuales fueron distribuidos en escuelas, centros comunitarios y viviendas particulares.
Los investigadores se encargan también de fortalecer la apropiación de la tecnología al capacitar a los vecinos, en especial a profesores y alumnos de la Escuela de Educación Técnica Nº 26, para que los equipos se fabriquen y reparen en la propia región.
“Un objetivo que tenemos ahora es que el Estado conozca esta tecnología y ayude a transferirla y difundirla”, desea el ingeniero. “Porque nosotros desde la Universidad tenemos limitaciones, ya que nos dedicamos a la docencia y a la investigación, y no disponemos del tiempo ni de la infraestructura suficiente para hacer la transferencia masiva”.
El deseo de Gea comenzó a concretarse cuando el proyecto del Calefón solar de interés social, en el que también colaboraron investigadores del Instituto de Investigación y Desarrollo para la Agricultura Familiar (IPAF) perteneciente al INTA, fue seleccionado para el catálogo del Concurso Nacional de Innovaciones INNOVAR 2010, en la categoría “Tecnologías para el Desarrollo Social”.
La obtención de este reconocimiento se debe, en gran medida, a que Iruya definitivamente no es el único lugar que necesita de esta tecnología. Ni el único lugar en el que, aunque el sol resplandece, el agua sigue fría.